Fue en El Cairo, por primera vez la vi, una bella tarde de radiante sol, a una linda sulamita yo seguí porque a su mirar no supe resistir. Y la mora sus ojitos me guiñó cual si fuera una tierna invitación y sus lindos labios tras el velo dulcemente me dijeron que iba a ser mío su amor.
Mora gentil, escúchame, yo tu pasión quiero tener. Son tus recuerdos los que guardo junto a mí, tus negros ojos y tus labios carmesí. Mora gentil, escúchame, yo tu pasión quiero tener, tus negros ojos y tus labios y tus besos son recuerdos que jamás olvidaré.
Sulamita que buscando amores vas, muy pronto te cansaste de mi amor, no recuerdas de las horas que pasé quemado por el sol bajo tu balcón. Y por qué tú te burlaste, ¡ay!, de mí, si motivos para esto nunca te di. No era sincero tu fiel cariño y yo como un tierno niño inocente lo creí.