Un paisano medio tal, medio intelectual y montevideano, entre un quiero y un no quiero vino a dar a Vichadero. Y allá por el Gato Negro bordoneaban las auroras la contradanza molecular de los átomos de la piedra mora.
Todo es cambio y movimiento, meditaba con esmero y las tetas no están quietas si lambetan los terneros. La noche se tiende afuera, estrellada y sin fronteras, y se pican en los quinchos milanesas de capinchos.
Dicen que el ombú es eterno, mucho más la piedra mora, pero un árbol se hace piedra, y una piedra boleadora. Y la verdadera historia la hacen los pobres del mundo en contradanza molecular con los átomos de la piedra mora.
Todo parece tan quieto, siempre igual, siempre obsoleto; pero aquí antes era un valle y hoy hay una humilde calle. Y donde un pueblo levanta su unidad como palanca puede mover el planeta y nunca más habrá trompetas.
La contradanza molecular de los átomos de la piedra mora...